Vallegrande, capital del mismo nombre en la provincia de Santa Cruz, es una agradable población de 20.000 habitantes, situada en las estribaciones de la Cordillera Oriental, a dos mil metros de altura sobre el nivel del mar. Se encuentra a 240 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz y, aunque es paso obligado para llegar a La Higuera o a Alto Seco, quien quiera hacer la ruta del Che en Bolivia en orden cronológico debería dejar la visita a Vallegrande para el final.
Una vez que el Che fue ejecutado en La Higuera, fue a Vallegrande a donde trajeron su cuerpo en helicóptero, y aquí lo enterraron, junto a varios de sus compañeros, en una fosa común cerca del cementerio que permaneció desconocida hasta 1997, cuando un grupo de científicos cubanos y argentinos exhumaron y reconocieron sus restos, y estos fueron trasladados a Cuba, a la ciudad de Santa Clara, donde se encuentran ahora. En el lugar en que se encontró la fosa común se ha construido un mausoleo para mi gusto demasiado ostentoso y fuera de lugar. Dentro de él, una serie de fotografías da cuenta de la vida del Che, y unas placas indican el lugar donde estuvieron enterrados los guerrilleros.
Antes de que lo enterraran, el cadáver del Che estuvo expuesto al público durante dos días en la lavandería del Hospital Señor de Malta. Hay que atravesar el hospital, que está en funcionamiento, y dirigirse al descampado de la parte de atrás. Salvo una vallita y un jardincito que han hecho, un bonito dibujo que han pintado en el lateral, y las innumerables inscripciones que los distintos visitantes han ido dejando a lo largo de los años, la pequeña lavandería y su desolado entorno siguen igual que en 1967. En plena soledad en este descampado, con sólo el sonido del viento en los oídos, y con el reciente recuerdo de las fotos que se exponen en el pequeño museo de la Casa de la Cultura, ubicada en la plaza principal, la visita a la lavandería del Hospital Señor de Malta de Vallegrande resulta probablemente el momento más emotivo de toda la ruta del Che.
me duele el alma cada vez que veo su rostro mirando de frente el futuro de la humanidad, y a la vez me invade una rabia contenida hacia las bestias que lo mataron
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