Aunque los huichilles, e incluso los jesuitas de Chiloé, ya lo habían utilizado, no fue hasta 1876 que los habitantes de Puerto Montt descubrieron el paso que, a través de los Andes, les permitía llegar hasta Argentina, aprovechando la conocida como “Región de los Lagos”. Era necesario hacer muchos kilómetros a pie, o con carretas y animales de carga, y tomar varios transbordadores para atravesar los majestuosos lagos que adornan la ruta, pero era posible hacerlo. En 1895 un inmigrante chileno de origen alemán, Carlos Wiederhold, estableció un almacén de Ramos Generales en el lado argentino, y el paso de los lagos se convirtió en una ruta comercial habitual. Diez años después Bariloche (en lengua mapuche “gente del otro lado de la montaña”) contaba ya con unos mil doscientos habitantes, y un error en una carta que le enviaron al señor Wiederhold (alguien, en lugar de “Don Carlos, de Bariloche” escribió “San Carlos de Bariloche”) terminó de bautizar la nueva ciudad.
En 1907 el argentino de padres suizos Ricardo Roth se ofreció a acompañar a siete viajeros ocasionales por esta ruta. No sería la única vez. Tan satisfecho se quedó de la experiencia, y tales posibilidades le vio, que en 1913 fundó la compañía “Andina del Sud”. Había nacido el “Cruce de Lagos”, una de las excursiones organizadas con más solera, y más hermosa, de las pueden contratarse en América del sur (la otra opción, hoy en día, para llegar a Bariloche desde Puerto Montt es tomar un autobús de línea que rodea la zona de los lagos pero, una vez llegado hasta aquí, bien vale la pena darse este capricho).
Tras bordear en autobús el lago Llanquihue, la excursión comienza con un pequeño paseo a pie por el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, siempre con el volcán Osorno en el horizonte, antes de tomar el primer catamarán para atravesar el lago Todos los Santos, en Petrohué. Hace un día magnífico, y hay que felicitarse por ello, porque la mayor característica de la región de los lagos es la lluvia fina y constante, que es la que alimenta y da verdor a estos magníficos bosques, completamente cubiertos de nieve durante el invierno.
En Peulla se sella la salida de Chile. Aquí hay un hotelito que no está nada mal donde se quedan algunos pasajeros para disfrutar del entorno, y continuar viaje al día siguiente. En invierno (mayo, junio, julio y agosto), debido a la falta de luz, es obligatoria esta parada, y la ruta se realiza en dos días para todos los pasajeros. Sale bastante más caro el viaje, en dos días, pero desde luego tiene que ser una maravilla pasar una noche aquí, en buena compañía, con todo el alrededor cubierto de nieve, además. Conozco quien lo ha hecho.
Tras veinte minutos de autobús a través del bosque se llega hasta Puerto Frías, donde está la aduana argentina. Hay que decir que estas localidades (Petrohué, Peulla, Puerto Frías...) son apenas un hotelito o un restaurante, y tres o cuatro propiedades privadas, la mayoría habitadas sólo en periodos vacacionales. Las personas que tienen que desplazarse hasta aquí, lo hacen con el mismo servicio de Andina del Sud que usan los turistas, pues no existe otra manera de atravesar los lagos.
Puerto Frías se encuentra ya en el famoso Parque Nacional Nahuel Huapi, en cuyo límite oriental se encuentra Bariloche. En su día el gobierno argentino había cedido, en reconocimiento a sus servicios, estas tierras a Francisco Pascasio Moreno, "el perito Moreno", que había recorrido, estudiado y cartografiado todos los Andes patagónicos, contribuyendo decisivamente a la delimitación de fronteras con Chile. En 1903 el perito Moreno devolvió las tierras al gobierno con instrucciones precisas para que se convirtiera en parque nacional protegido, con el objetivo de "mantener su fisionomía natural y que las obras que se realicen sólo sean aquellas que faciliten comodidades para la vida del visitante". Para muchos esta propuesta fue vista como un excentricidad, pero el gobierno no sólo reservó las tierras, sino que aumentó considerablemente la extensión a proteger, y el Parque Nacional Nahuel Huapi (primeramente llamado "Parque Nacional del sur") tuvo el honor de ser el pionero en este país repleto de bellezas naturales. A través del lago Frías navegamos hasta Puerto Alegre.
Todos estos lagos, por cierto, no son lagos. Son, estrictamente hablando, lagunas. Es decir, ningún río desemboca en ellos. Hasta hace 10.000 años, fecha de finalización de la última era glacial, estos lagos eran inmensos glaciares, y todavía hoy se alimentan exclusivamente de las aguas provenientes del deshielo en las montañas. Su particular forma alargada es sintomática de su origen.
En Puerto Alegre, una hora para descansar en Puerto Blest, si se quiere ir en bus, o para caminar rodeado de bosque si se prefiere. Yo preferí caminar.
Y, por último, navegar a través del fastuoso lago Nahuel Huapi hasta llegar a Puerto Pañuelo, ya en el término municipal de San Carlos de Bariloche.
En febrero de 1952, un joven estudiante de 23 años, Ernesto Guevara (es la primera vez que aparece en este blog el nombre del Che, pero no será la última) en compañía de su amigo Alberto Granado, efectuó este mismo recorrido en sentido inverso, y así lo reseñó en el cuaderno que, muchos años más tarde, se publicaría con el título de Diarios de motocicleta. Fue la primera vez que dejaba Argentina. Me gusta pensar que lo hizo en este barco de la foto, el "Modesta Victoria", ya que está en servicio para Andina del Sud desde 1938, y sigue en funcionamiento.
En fin, una excursión francamente muy agradable, y sin duda la mejor opción para aquellos que quieran echarle un vistazo a estos parques nacionales, y no disponga de mucho tiempo. Poco me imaginaba yo, por cierto, que en Bariloche me iba a sobrar el tiempo para volver a recorrer la mayoría de estos parajes a pie.
Puerto Frías se encuentra ya en el famoso Parque Nacional Nahuel Huapi, en cuyo límite oriental se encuentra Bariloche. En su día el gobierno argentino había cedido, en reconocimiento a sus servicios, estas tierras a Francisco Pascasio Moreno, "el perito Moreno", que había recorrido, estudiado y cartografiado todos los Andes patagónicos, contribuyendo decisivamente a la delimitación de fronteras con Chile. En 1903 el perito Moreno devolvió las tierras al gobierno con instrucciones precisas para que se convirtiera en parque nacional protegido, con el objetivo de "mantener su fisionomía natural y que las obras que se realicen sólo sean aquellas que faciliten comodidades para la vida del visitante". Para muchos esta propuesta fue vista como un excentricidad, pero el gobierno no sólo reservó las tierras, sino que aumentó considerablemente la extensión a proteger, y el Parque Nacional Nahuel Huapi (primeramente llamado "Parque Nacional del sur") tuvo el honor de ser el pionero en este país repleto de bellezas naturales. A través del lago Frías navegamos hasta Puerto Alegre.
Todos estos lagos, por cierto, no son lagos. Son, estrictamente hablando, lagunas. Es decir, ningún río desemboca en ellos. Hasta hace 10.000 años, fecha de finalización de la última era glacial, estos lagos eran inmensos glaciares, y todavía hoy se alimentan exclusivamente de las aguas provenientes del deshielo en las montañas. Su particular forma alargada es sintomática de su origen.
En Puerto Alegre, una hora para descansar en Puerto Blest, si se quiere ir en bus, o para caminar rodeado de bosque si se prefiere. Yo preferí caminar.
Y, por último, navegar a través del fastuoso lago Nahuel Huapi hasta llegar a Puerto Pañuelo, ya en el término municipal de San Carlos de Bariloche.
En febrero de 1952, un joven estudiante de 23 años, Ernesto Guevara (es la primera vez que aparece en este blog el nombre del Che, pero no será la última) en compañía de su amigo Alberto Granado, efectuó este mismo recorrido en sentido inverso, y así lo reseñó en el cuaderno que, muchos años más tarde, se publicaría con el título de Diarios de motocicleta. Fue la primera vez que dejaba Argentina. Me gusta pensar que lo hizo en este barco de la foto, el "Modesta Victoria", ya que está en servicio para Andina del Sud desde 1938, y sigue en funcionamiento.
En fin, una excursión francamente muy agradable, y sin duda la mejor opción para aquellos que quieran echarle un vistazo a estos parques nacionales, y no disponga de mucho tiempo. Poco me imaginaba yo, por cierto, que en Bariloche me iba a sobrar el tiempo para volver a recorrer la mayoría de estos parajes a pie.
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