"La diferencia entre un turista y un viajero reside en que cuando un turista llega a un sitio sabe exactamente el día que partirá. El viajero, sin embargo, cuando llega a un lugar, no puede saber si acaso se quedará allí el resto de su vida" Paul Bowles.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA CLÍNICA AMBIENTAL

TODAS LAS FOTOS: MATILDE MAESTRO


Esta pequeña casa en medio de la selva, a unos cinco kilómetros de Lago Agrio, significa mucho para alguna gente y, desde hace poco, también para mí. A ella, una vez cada dos meses, acude desde Las Salinas Manuel. Acuden Carlos y Alfredo desde El Mirador. Acuden don Bolívar, don Naranjo, doña Teresa y doña Delia, desde Pacayacu y alrededores. Acude don Telmo desde la Nueve de marzo y, una vez, también acudí yo. Es la Clínica Ambiental, el proyecto que Acción Ecológica mantiene en Sucumbíos, con el apoyo desde España de ASPA.

En las reuniones de la Clínica Ambiental, Adolfo Maldonado y Carolina Valladares informan de los niveles de contaminación en las distintas localidades de la zona; asesoran sobre posibles reclamaciones legales y, más que nada, sobre posibles actividades de protesta y resistencia que puedan tener repercusión social (las reclamaciones legales a menudo son una trampa, porque los recursos se eternizan, y las compañías tienen entonces una excusa para no intervenir, mientras no haya resolución judicial)

También, paradójicamente, enseñan a los sembradores a sembrar. Aquí el monocultivo,  habitual en la sierra o en la costa, es aún más dañino que en esos lugares, porque la capa de tierra fértil en la selva es muy delgada, y en pocos años se agota. Los campesinos recurren entonces a pesticidas y abonos químicos que les cuestan su dinero y su salud. No sería necesario. Los cofanes lo saben. Los secoyas lo saben. Los kichwuas lo saben. El secreto está en diseminar policultivos que se recojan en distintas épocas del año entre parcelas de selva, sin talar los grandes árboles. Así las hojas que caen aportan los nutrientes que la tierra necesita, y se va renovando la capa fértil. La selva crece desde arriba.



No son sólo las chacras ecológicas. También las cocinas ecológicas, que aprovechan el gas metano que se desprende del abono natural. Y las letrinas ecológicas, que producen abono natural sin malgastar agua potable. Con todo ello están ya experimentando los campesinos que acuden a la Clínica Ambiental.

 

Por regla general, las reuniones de la Clínica terminan con la Feria de semillas. En ella los campesinos intercambian conocimientos, y descubrimientos, sobre plantas y modos de conservación y procesamiento propios de la selva, y que todavía no terminan de dominar. Algunos ya han presentado sus productos en la Feria agroecológica de Quito, y el próximo objetivo es que se animen a buscar mercado en su zona.

Tan importante como todo lo anterior, son las actividades de cohesión y sensibilización. A pesar del voluntarismo de todos los mencionados, la mayoría de los campesinos están desactivados, y desanimados. Líderes comunitarios como Manuel y Carlos hacen un gran esfuerzo por cohesionar a los miembros de sus comunidades, y dotarlos de herramientas para defender sus derechos. En su día, el gobierno dio cincuenta hectáreas gratis a cada persona que quisiera colonizar la zona, para revestir de poblaciones la actividad petrolera y, sospecho, reducir la presencia indígena. Hoy, ante los graves problemas de contaminación, el gobierno está comenzando a hablar de reubicación. En la selva a la gente se la puede llevar y traer como si fuesen maletas. Las máquinas extractoras, los tubos de plomo y los mecheros permanecerán.
El presidente Correa no simpatiza con los miembros de Acción Ecológica. En público los insulta llamándoles “ecologistas infantiles” y los trata poco menos que de traidores a la patria que quieren impedir el desarrollo de la nación. El año pasado cerró la organización. La presión internacional, encabezada por nombres como los de Eduardo Galeano, Naomi Klein o Adolfo Pérez Esquivel,  le obligó a volverla a abrir. También ha amenazado hace poco con expulsar a las ONGs extranjeras que “intervengan en la política interna del país”. Esto es, que apoye a los movimientos ecologistas y/o indígenas. Por cierto, Correa se dice “amigo de los indígenas” y los quiere desarrollar. Quiere ponerles carreteras y viviendas con tejados de cinc. No todos están de acuerdo. Pero del movimiento indígena hablaré cuando vuelva, para quedarme, a Sarayaku. De momento, mañana viernes me voy a la costa.

3 comentarios:

  1. Caramba Eduardo...la cosa parece estar tan jodida como la pintan o más.
    Y además está el tema de Monsanto, que seguro acabarás tristemente tocando en alguna entrada.
    El término "ecologistas infantiles" es sumamente paradójico, pues, efectivamente, hace falta mucha bendita inocencia para pronunciar la esperanza entre tantos lodos.
    Cuánto cinismo insoportable

    Bueno, abrazo compay..
    seguimos atentos a tus palabras y ventanas.

    Jorge

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  2. Hola Edu,

    estamos aprendiendo mucho con tu testimonio.
    qué hermoso trabajo habéis hecho con el teatro y l@s niñ@s.
    besos viajeros

    carmen p.

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  3. edu, maravillosa prosa con la que cuentas lo que vivís por esas tierras. Muchos besos de Sevilla, ana y carlos

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