"La diferencia entre un turista y un viajero reside en que cuando un turista llega a un sitio sabe exactamente el día que partirá. El viajero, sin embargo, cuando llega a un lugar, no puede saber si acaso se quedará allí el resto de su vida" Paul Bowles.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

NEGRA AMAZONÍA

TODAS LAS FOTOS: MATILDE MAESTRO

María Pantoja me lo dijo en Lago Agrio: “Parece que para que las dos terceras partes de Ecuador vivan, es necesario que la otra tercera parte muera, y esa otra tercera parte es la Amazonía”. Después de ver lo que hemos visto en Sucumbíos, se hace muy difícil desmentir esa afirmación. La Texaco-Chevron, que todavía tiene abierta una demanda por el vertido de 68.000 millones de litros de residuos tóxicos derivados de la extracción de petróleo en la selva, ya no opera aquí desde 1992, pero no parece que la adquisición de los pozos por parte de la compañía estatal Petroecuador, que los explota en solitario o en consorcio con otras compañías extranjeras, haya cambiado en nada las cosas. El gobierno de Rafael Correa, que dice abanderar la autodenominada “revolución ciudadana”, alienta una idea de desarrollo predadora e insostenible más propia de principios del siglo XX que de la actualidad. Su objetivo es generar el máximo de riqueza para el país explotando las materias primas, para poder luego redistribuir esa riqueza y aumentar el nivel de vida de la población. En efecto, en el propio Sucumbíos ha implementado el desarrollo de muchas infraestructuras, y ha pacificado la frontera pero, si las cosas siguen como están, mucho más dinero va a tener que invertir en gasto social.


Ya no se trata de derrames o vertidos más o menos accidentales, que los hay a cada rato, sino que el propio proceso de extracción es altamente contaminante: las piscinas que se construyen en la selva para almacenar las aguas de formación (aguas con residuos tóxicos provenientes de la extracción), aunque no revienten o se desborden, se filtran de manera natural a la tierra, contaminan las aguas subterráneas, y de allí pasan a los ríos. Se calcula que el 70% de los ríos de la Amazonía ecuatoriana está contaminado en mayor o menor grado, y esto es un proceso prácticamente irreversible.



Tengo un libro encima de mi mesa “Las palabras de la selva”, en cuya redacción intervino Carolina Valladares, que desglosa con estadísticas y testimonios el abrumador aumento de casos de cáncer, abortos, nacimientos con malformaciones etc. que se ha producido en los últimos 40 años, pero me da pereza o angustia consultarlo para ilustrar con más datos este artículo. Yo he estado caminando por campos de cultivo, y mis botas se manchaban hasta casi el tobillo de un fango negro que apestaba a gasolina. Yo he visto a las vacas pastar en medio de charcos de petróleo. No hace falta ser biólogo.

Los habitantes de Pacayacu, por ejemplo, no necesitan ser biólogos o ingenieros medioambientales para darse cuenta de que la piel se les escama y les salen sarpullidos cuando se bañan. Hierven el agua antes de tomarla, pero ignoran que los metales pesados no se van del agua por ello. Y a nadie se le escapa que cualquier médico, profesor, directivo de la petrolera, cualquier biólogo o ingeniero medioambiental pagado por la compañía para elaborar amables informes, cualquiera que venga de fuera, tiene su casa repleta de garrafas de agua mineral. Muchos no se pueden permitir ese lujo.











Don Bolívar tiene gran parte de su finca encharcada de petróleo desde hace diez años. Por mucho que ha reclamado, no ha visto un dólar de indemnización ni nadie se ha pasado por allí. Don Bolívar languidece mientras sus árboles mueren.

Por la finca de don Naranjo sí han ido los biólogos y los ingenieros medioambientales a sueldo de la compañía. Desde el vertido de 1988 les ha dado tiempo a pasarse. A don Naranjo le dicen que no tiene por qué preocuparse, que las vacas se le mueren porque se comen las botellas de plástico que tira la gente en su finca. Estos son los pastos de la finca de don Naranjo.


Por este lado ya no pastan.


A doña Teresa le hicieron más caso. Limpiaron su terreno encharcado de petróleo con una especie de serrín que, decían, contenía materiales químicos que acabarían con el petróleo. Le pagaron un dólar de indemnización por metro cuadrado, y le aconsejaron que sembrara maíz. Eso fue hace un año. Hoy en día el maíz no ha crecido más de un palmo, y el petróleo está volviendo a brotar.


Perdí las fotos de la finca de doña Delia, y Mati tampoco tiene. Así os ahorráis la visión de los criaderos de peces abandonados, y de la casa en ruinas y rodeada de charcos negros, en la que ella vivía. Fue en el derrame de 2006, y hasta el momento doña Delia, que ha tenido que mudarse, sólo tiene el consuelo de haber colgado este cartel, proporcionado por Acción Ecológica.


Cuando volvíamos a Pacayacu en la camioneta pudimos fotografiar, a hurtadillas y sin parar el coche, los mecheros de Petroecuador. La empresa estatal más potente, la industria llamada a abanderar el desarrollo del país, prohíbe la entrada a sus instalaciones con guardias jurados que no dejan estacionar en sus alrededores ni sacar fotografías. Como si estuvieran haciendo algo malo.

5 comentarios:

  1. En mi anterior comentario te dije "qué bien". Después de leer lo que escribes sobre esta negra Amazonía... qué mal, qué rematadamente mal. Hacen falta muchas voces que repitan qué mal lo están haciendo, que denuncien lo que ocurre. Qué triste me parece todo, qué forma de cargarse los paraísos. Por eso es tan necesario que voces como la tuya nos cuenten lo que hay, que nos muestres esas imágenes manchadas de petróleo, a nosotros, los que repostamos.

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  2. Hola Eduardo,

    me gusta mucho el artículo. Ya me habian hablado antes del toxi-tour. He puesto un enlace en la web de ASPA para que tu artículo llegue a más gente.

    Un abrazo. Fausto

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  3. Hola Edu ya he visto en youtube imágenes similares de indígenas pidiendo auxilio al hermano blanco, porque su gente se moría con la tripa hinchada...es terriblemente doloroso que nuestro progreso ese que nos da comodidad también es el que nos mata....un abrazo

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  4. Sobrecogedor, a fuerza de ignorarlo llegas a pensar que estas cosas ya no ocurren. Gracias por estar ahí y tener la fuerza necesaria para verlo y contarlo. Muy interesante también el enlace de ASPA a una noticia relacionada con este tema.

    Concha

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  5. Mi tierra es destruída totalmente por los petroleros,a veces pienso ser colombiana que ecuatoriana por que las autoridades hacen y deshacen en todo aspecto y es la más olvidada ya que explotan petróleos de mi tierra y sin enbargo las vías son un desastre pero observen en otras ciudades todo asfaltado mil maravillas ,sinceramente duele ser ecuatoriana de esa forma ......pero tambien es por que la gente de mi tierra es muy humilde ,,,,

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