En las pequeñas comunidades que habitan la ribera del río Tapacarí, a cuarenta kilómetros al sudoeste de Cochabamba, el cambio climático también ha hecho estragos en las últimas décadas. Las lluvias torrenciales, unidas a la intensa deforestación causada por los frecuentes incendios y por la tala indiscriminada de los comunarios (una práctica que están empezando a regular) provocan aluviones que arrastran la capa de tierra fértil, de tal modo que hace décadas que en los cerros ya casi no se puede cultivar. El río, antes de un caudal bastante constante, sufre ahora fuertes crecidas en época de lluvias y, por el contrario, más de cuatro meses al año está tan seco que se convierte en la mejor carretera para acceder a las comunidades de la zona, a muchas de las cuales en época húmeda sólo se puede llegar en burro o a pie.
En este caso, la solución, el restablecimiento del orden, se ha conseguido gracias a la implantación de once kilómetros de muros de contención a lo largo del río. Con estos muros se ganan unos terrenos al cauce del río que, tras ser abonados con tierra fértil, pasan a formar parte de las tierras de labor de los comunarios. La posición en ligera diagonal de los muros hace que, cuando el río viene crecido, sólo acceda a las chacras, mansamente, el agua, sin las abundantes piedras y ramas que suele arrastrar con violencia.
Si a ello se le añade la instalación de canales de riego por aspersión, que permiten hasta seis horas de riego cada semana (antes apenas llegaban a los quince minutos al mes), los resultados, felizmente, saltan a la vista.
Aparte de otros proyectos complementarios, como la implantación de cocinas de leña mejoradas, que garantizan que el humo salga al exterior y no invada el interior de las casas (y de las que bien orgullosas se sienten las familias de la comunidad de Sicaya, en la foto), ASPA, dentro del programa DIRTA (Desarrollo Integral de la Ribera del Río Tapacarí) ha propiciado la construcción y el funcionamiento de un Centro de Salud para la zona, así como de un Centro de Recursos que presta apoyo psicopedagógico a los colegios de primaria y secundaria que funcionan en las comunidades. De lunes a viernes, Zulema y Johnny acuden a los colegios con su batería de computadoras portátiles y juegos de mesa a reforzar el aprendizaje de los alumnos, y por las tardes esperan en el Centro de Recursos a adultos y menores para iniciarlos asimismo en las nuevas tecnologías. Ambos pertenecen a ADIO (Asociación por la Dignidad y la Igualdad de Oportunidades), una de las contrapartes con las que trabaja ASPA en Bolivia. Johnny, por cierto, es uno de los primeros habitantes de Sapanani que ha obtenido un título universitario (véase artículo anterior), y en Sapanani lo esperan todos los viernes su mujer, su casa y su chacra.
Con Zulema y Johnny estuvimos conviviendo diez encantadores días en el Centro de Recursos, con ellos visitamos los colegios, y con ellos participamos en juegos y actividades que pudieran interesar a los alumnos. Supo a poco pero, como siempre, fue muy lindo trabajar con estos niños y adolescentes. Y, también como siempre, fue una bonita oportunidad para hacer fotos.
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