"La diferencia entre un turista y un viajero reside en que cuando un turista llega a un sitio sabe exactamente el día que partirá. El viajero, sin embargo, cuando llega a un lugar, no puede saber si acaso se quedará allí el resto de su vida" Paul Bowles.

jueves, 12 de agosto de 2010

Anaín



Éste es el río San Miguel. La niña que juega en la orilla mientras su ñaña (su hermana) y sus amigos se bañan se llama Anaín. Tiene dos años de edad. Anaín vive en Las Salinas, una pequeña comunidad de la que hablaré más adelante y que se encuentra a escasos cien metros de donde ella ahora juega. Lo que hay al fondo es Colombia. Anaín no sabe (pero seguro que su ñaña lo recuerda, quizá en sueños lo recuerda) que lo que ella está haciendo ahora no lo pudo hacer su ñaña cuando tenía su edad. Hace sólo cuatro años este paisaje se veía adornado por helicópteros del ejército colombiano que ametrallaban la orilla colombiana en busca de miembros de las FARC. Las balas de los M-60 atravesaban cotidianamente el río San Miguel y llegaban hasta Las Salinas con toda su capacidad mortífera intacta. Los paramilitares, que recibían recompensa por cada cadáver de guerrillero que presentaran, realizaban frecuentes incursiones en suelo ecuatoriano, y a muchos ecuatorianos mataron para poner después a sus cadáveres el uniforme de las FARC, y cobrar.

Con todo, lo peor eran las fumigaciones. De acuerdo al plan Colombia diseñado por EE UU, las avionetas colombianas fumigaban la selva para acabar con las supuestas plantaciones de coca que las FARC tenían en la zona, atravesaban el río para dar la vuelta y de paso fumigaban Las Salinas. Murió el ganado, murieron niños, las cosechas se arruinaron. Están ahora las cosas más tranquilas en Las Salinas, pero han sufrido mucho ("hemos sufrido mucho" es una frase que he escuchado a menudo: en Perú, en Guatemala, en Nicaragua, y siempre pronunciada con la misma dulzura y mansedumbre, exenta de todo dramatismo: hay también una dignidad del sufrimiento).

Anochece, y mientras volvemos a Las Salinas Anaín me cuenta, con su media lengua, los placeres que aún le reserva el día: "ahora voy a bañarme con mi ñaña, luego voy a comer, luego me meto en mi camita a dormir...” Están las cosas más tranquilas, ahora, en Las Salinas.


2 comentarios:

  1. Hola Waly, ya veo que disfrutando, ¡las fotos son cada vez más profesionales! Por aquí todo bien, musha caló, acabo de leer que ha habido un terremoto en Ecuador y que por suerte no ha habido muertos. ¿Lo habéis notado? Un abrazo.,

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  2. Leyendo el articulo me he acordado de mi viaje a Bolivia, los ancianos del río Tapacarí también decian "que triste es ser boliviano" con la misma dulzura y mansedumbre, exenta de todo dramatismo.

    Un abrazo bien fuerte y sigo vuestras peripecias.

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